Pasamos gran parte de nuestras vidas mirando el cielo. Parece que nuestros planes giran en torno al todopoderoso tiempo. Estamos en sus manos. Una escapada rural, las procesiones de Semana Santa, una salida esporádica para tomar algo…

Dicen que «Nunca llueve a gusto de todos» y creo que es verdad. Amamos el Sol, mientras somos conscientes de que no podemos vivir sin agua. Nos quejamos cuando llueve, y nos quejamos cuando hay sequía.

Muchos adoramos el verdor del campo, en espacial cuando llega la primavera. ¿Cómo vamos a tener una primavera exuberante sin lluvias? ¿Cómo disfrutaremos del esplendor de la Naturaleza sin agua?

Si, el Sol nos da otra energía, otra manera de ver las cosas. Pero el agua y la niebla es poesía. No hay nada que iguale la sensación que produce contemplar la montaña abrazada por la niebla, toda salpicada y empapada. Las ramas de los árboles con gotas colgando como si fueran lágrimas. Quizás lloren de alegría. Esa estampa es el preludio de la VIDA.

Por fin llega el verano y solo queremos pasar buenos momentos. Las altas temperaturas nos empujan a zambullirnos en lugares frescos. Aquellos a los que les gusta los entornos naturales buscan pozas, embalses, lagos y estanques con aguas heladas y cristalinas. ¿Es eso posible sin lluvia?

Mi padre nunca ha entendido algo… Decimos que hace «buen tiempo» cuando no hay ni una nube en el cielo. Por el contrario, cuando llueve, decimos que hace «mal tiempo». A veces parece que vivimos en un mundo al revés. Sólo nos acordamos de las lluvias cuando vemos una fuente seca y sin vida.

En algunos lugares, la sequía ha hecho que antiguos poblados salgan a la luz después de décadas bajo el agua de los embalses que los tenían sepultados y olvidados. Ha surgido así un turismo que acude a estos lugares, para pasear por esas calles ahora embarradas.

Personalmente, me gusta ver la Laguna de Uña rebosante de agua. También me llena de alegría sentir como el verdor de la primavera pone eufóricos a los pajarillos y otros animales del campo. Y me encanta pasar buenos momentos en verano con mi gente, disfrutando del frescor que solo me proporcionan las frías y rejuvenecedoras aguas que recorren las montañas.

Nuestros cuerpos están compuestos en un 60% de agua. Casi un 70% de la superficie del planeta está cubierta de agua. Sin lluvias no lo conseguiremos.